lunes, 21 de enero de 2013

Retrato María Luisa de Parma




  • Fue pintada en el año 1790.

  • La técnica utilizada es el óleo.

  • Su soporte es el lienzo.

  • Pareja del Retrato de Carlos IV, 

  • Goya los realizó con ocasión de su coronación

  • Luce un traje de ceremonia a la francesa en tonos azules a base 

    de falda de poco vuelo y corpiño muy entallado, , y mangas a la 

    altura del codo, dejando bien visibles los antebrazo rematando 

    en el codo con finos encajes.

  • Pronunciado escote levemente cubierto por una fina mantilla 

    llena de transparencias y veladuras

  • El peinado se mantiene voluminoso pero ya sin empolvar y lo 

    más llamativo es el exagerado tocado, denominado escofieta, 

    en la que a modo de cofia se mezclan puntillas, cintas, lazos y 

    plumas, y cuyas delicadas calidades destacan sobre el fondo 

    oscuro.

  • Luce sobre el pecho la venera de la orden austriaca de la Cruz 

    Estrellada condecoración que era otorgada por los monarcas 

    del Sacro Imperio Romano Germánico en este caso fue 

    entregada por la emperatriz María Teresa de Austria.

  • En la mano derecha sostiene un abanico cerrado, algo muy 

    habitual en sus retratos, y la izquierda cae de forma lánguida

    posiblemente sea lo menos acertado del retrato, dada su falta de 

    naturalidad, y sin embargo es una postura que se repite en otros 

    retratos de medio cuerpo.

  • El fondo se encuentra decorado con un cortinaje dispuesto en 

    diagonal en tonos verdes y a la izquierda reposan la corona y el 

    manto de armiño, símbolos de la realeza.

  • En cuanto al rostro, Goya vuelve a intentar reflejar algo más 

    que el semblante, busca individualizar y caracterizar al 

    personaje, captar su temperamento. Lo consigue reproduciendo 

    su penetrante mirada que conjuga con una insinuada sonrisa 

    que, más que simpatía, denota seguridad. Resulta el retrato de 

    una mujer astuta y dominadora, y por las referencias de la 

    duquesa de Abrantes, sin ningún sentido del ridículo en cuanto 

    a sus gustos en el vestir.


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