Luce
un traje de ceremonia a la francesa en tonos azules a base
de falda
de poco vuelo y corpiño muy entallado, , y mangas a la
altura del codo, dejando bien visibles los
antebrazo rematando
en el codo con finos encajes.
Pronunciado
escote levemente cubierto por una fina mantilla
llena de
transparencias y veladuras
El
peinado se mantiene voluminoso pero ya sin empolvar y lo
más
llamativo es el exagerado tocado, denominado escofieta,
en la que a
modo de cofia se mezclan puntillas, cintas, lazos y
plumas, y cuyas
delicadas calidades destacan sobre el fondo
oscuro.
Luce
sobre el pecho la venera de la orden austriaca de la Cruz
Estrellada
condecoración
que era otorgada por los monarcas
del Sacro Imperio Romano Germánico
en este caso fue
entregada por la
emperatriz María Teresa de Austria.
En
la mano derecha sostiene un abanico cerrado, algo muy
habitual en
sus retratos, y la izquierda cae de forma lánguida,
posiblemente
sea lo menos acertado del retrato, dada su falta de
naturalidad, y
sin embargo es una postura que se repite en otros
retratos de medio
cuerpo.
El
fondo se encuentra decorado con un cortinaje dispuesto en
diagonal
en tonos verdes y a la izquierda reposan la corona y el
manto de
armiño, símbolos de la realeza.
En
cuanto al rostro, Goya vuelve a intentar reflejar algo más
que el
semblante, busca individualizar y caracterizar al
personaje, captar
su temperamento. Lo consigue reproduciendo
su penetrante mirada que
conjuga con una insinuada sonrisa
que, más que simpatía, denota
seguridad. Resulta el retrato de
una mujer astuta y dominadora, y
por las referencias de la
duquesa de Abrantes, sin ningún sentido
del ridículo en cuanto
a sus gustos en el vestir.
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